Aunque la NBA había autorizado a los equipos que pudiesen abrir sus instalaciones de entrenamiento a partir del próximo 1 de mayo, en aquellos estados que tuviesen suavizadas las restricciones del confinamiento a causa del coronavirus, este lunes ha establecido de nuevo que no lo hagan hasta el próximo 8 de mayo.
Antes de que la NBA hubiese informado a los equipos de mantener la nueva fecha, los Hawks de Atlanta confirmaron de manera oficial que sus instalaciones deportivas iban a continuar cerradas.
El equipo de Atlanta considera que deben esperar al menos otras dos semanas para ver cómo responde la orden del gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, en la que desde el pasado viernes se permite que algunos negocios no esenciales podrían abrirse de nuevo, siempre manteniendo las medidas de distanciamiento social.
La postura de los Hawks es la misma que mantienen otros equipos con relación a la decisión de la NBA de permitir la vuelta a los entrenamientos individuales.
Además también esperan de la liga que presente un plan mucho más detallado con miras a valorar en su conjunto la situación en la que se encuentra la NBA tras ser suspendida la competición desde el pasado 11 de marzo; un nuevo cambio por parte de la NBA en cuanto a la fecha de apertura de las instalaciones de entrenamiento y, en consecuencia, alargar aun más la posible vuelta a la competición regular.
El comisionado de la NBA, Adam Silver, ya trabaja en un plan que permita reiniciar los partidos de la temporada regular y los playoffs a partir del junio -lo que obligaría a que la temporada 2020/2021 comenzase casi en Navidad- con un torneo en Las Vegas, donde permitiese a la NBA recuperar algunos ingresos perdidos a través de apuestas deportivas, patrocinadores y televisión.
“Nuestros ingresos, en esencia, se han reducido a cero”, admitió Silver durante un encuentro telefónico con periodistas. “Eso está teniendo un gran impacto financiero en el negocio del equipo y en la gestión de los campos de juego”.
Negociación con los jugadores
Pero la NBA admite que todos sus planes con miras a la temporada 2020-21 encuentran el mayor obstáculo en los jugadores, a los que tendrá que convencer de estar abiertos a cualquier tipo de solución que ayude a superar la crisis financiera de la organización.
Las negociaciones entre la NBA y el sindicato se centrarían en cómo manejar los salarios de los jugadores. Las ganancias de los jugadores están directamente vinculadas a los ingresos generales de la NBA, que ya ha anticipado que una pérdida de ingresos de 800 millones de dólares en los próximos meses.
Ante esta realidad financiera, ya parece seguro que los jugadores deben estar preparados para aceptar una reducción en sus salarios al comienzo de la próxima temporada, algo que muchos no parecen estar dispuestos a que suceda